Hay un sitio al que siempre acudo. A veces tardo días, semanas o incluso meses en volver. Pero siempre vuelvo. Está en lo alto de una montaña y no es nada fácil llegar. Quizá por eso me gusta.
Tras horas de viaje, allí me asiento, con alpargatas en los pies y montañas de libros en verano; mantas de lana y más libros en invierno.
El agua es cristalina y las montañas parecen recubiertas de musgo. El ambiente es calmado y el viento te susurra al oído. Se come lo que se saca de la huerta y se dan paseos largos. Por las mañanas nadamos en la roca. Y por las noches cenamos y bebemos en la plaza del pueblo.
Allí nos conocimos y ahí volvimos cada vez. Siempre que voy, nunca quiero volver.
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Photo: Patricia Ruiz del portal
Skopelos, Grecia
Me encanta lo que has escrito :) http://outsidefashioncatwalk.blogspot.com.es
ResponderEliminaraaaaaaaaa
ResponderEliminarQué bonito texto y qué recuerdo de infancia, de momentos en la casa familiar de verano.... Por cierto ¡Feliz verano!
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