CAPÍTULO 1
Ella era una bruja del siglo XXI , lo que pasa que nadie se daba cuenta de ello, ni percibía esa energía confusa que desprendía su aura.
Ella era una bruja del siglo XXI , lo que pasa que nadie se daba cuenta de ello, ni percibía esa energía confusa que desprendía su aura.
Yo la conocí por causalidad. O quizá, no fue casualidad. Era un día lluvioso en Londres, ya había oscurecido, había un olor a chimenea en el ambiente y paseaba en una noche de Halloween sin prisa, sin rumbo, con lágrimas en los ojos: mi amor se había ido para siempre. Ya no me quedaba nada, se lo había llevado todo.
Ese cúmulo de desesperanza me había hecho caer en un agujero negro que yo misma me preocupaba de cavar cada día más profundo. Era como si le cogieras el gusto a estar intoxicada. Te regocijas de ello, y cada vez quieres estar más y más triste.
Ella paseaba ligera, llevaba un vestido negro hasta los tobillos, de manga larga y cuello cerrado. Su cabello era largo y de color cobre. La piel blanca. Tenía una sonrisa dulce pero melancólica. Al verme pasar me lanzó una mirada que hizo que automáticamente me girara y me sentara junto a ella. Sin hablar. Y sin miedo.
Nos hicimos amigas instantáneamente, y guardé para siempre un secreto que no hizo falta contar. Ella me llevó a los sitios más recónditos, jugamos con fuego, me enseñó los poderes de la naturaleza y hasta me introduje en el círculo de brujos de la ciudad, siempre pasando desapercibida, como me había ocurrido toda mi vida. Empecé a vestir de negro y mis ojos se enfriaron. Hasta llegamos a parecernos fisicamente. Ella extrajo el cristal sepultado de mi espíritu y lo desintegró ante mis ojos. Y entonces aprendí a sonreir. Sonreír sin nada a cambio.
foto 1. Patricia in the sky with diamonds.
foto 2. conjuro findeañero con ellas.
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